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Channel: Migas en la mesa
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SEMLOR [SEMI-INTEGRALES DE TRIGO Y ESPELTA]

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CAL 236,8 · HC 40,0 · PR 7,5 · GR 6,1 [POR BOLLITO, SIN RELLENO]
CAL 451,0 · HC 57,3 · PR 12,5 · GR 21,7 [POR BOLLITO, RELLENO]








Esta mañana, mientras desayunábamos, ocurrió lo inevitable. Lo que antes o después, tenía que pasar.

Dentro de un apetecible panecillo, nos encontramos un invitado inesperado. Uno delgadito, y largo. Muy largo. Un cabello delatoramente negro. Enrolladito y escondido, que estaba.

El Soñador me miró con una media sonrisa y me preguntó discretamente si usaba productos en el pelo, aunque él sabe que no, que ni laca ni espuma ni colonia, na de na.

Y es que en casa somos tres, pero el pelo negro es patrimonio de una servidora. La gata por su parte tiene algún pelo negro en su cola tricolor, pero no iba a ser muy factible convencer a su señoría de que un pelo del largo de digamos... una media melena [ejem] sea de ella. Vamos que lo tenía claro, solo podía poner cara de culpable.

Y mira que me ato todos los pelos con cualquier tipo de pinza, goma o pañuelo antes de entrar a la cocina, pero tenía que llegar el día...

Menos mal que estamos en familia y aquí no pasa ná, se retira el cabello, se ríe uno y continúa desayunando.

Peor ha sido cuando me ha pasado fuera de casa, que alguna vez me he enfrentado a situaciones peliagudas.

En un restaurante [tirando a caro], cenando, me encontré un pequeño pelito de ceja o pestaña dentro de una bolita de coco. Vale, no quiero parecer exagerada, pero son cosas que no me gusta que me pasen. Lo que me molestó, no fue el pelo, ni mucho menos, esto puedo entenderlo [por supuesto que sí] sino la actitud arrogante y descarada de la camarera. Tardó casi 15 minutos en volver y en lugar de disculparse me soltó en un tono muy impertinente Entonces quiere otro postre o no quiere nada? No he vuelto, no tuvieron ni el detalle de no cobrarnos el otro postre o invitarnos a un café, qué menos.

Y donde como a diario [bar con menú del día, cortesía de mis jefes] van cuatro veces que saco un pelo del plato. Vale, en 7 años no es cosa de montar un pifostio pero no deja de mosquearme que la cocinera use el gorro de cocina como una boina francesa.

Mucho peor fue en una estación muy concurrida de Madrid, donde me encontré un bicho flotando en mi café con leche, y cuando se lo enseñé todo lo educadamente que fui capaz a la camarera, hizo un gesto de asco, lo tiró, dijo mierda, otra vez y me puso otro! Lo tiré en la primera papelera que vi. Que asco!

Y os podría hablar de un bar, al que, que a pesar de lo que os voy a contar, todavía voy a veces. El bar en cuestión es muy barato, y pone unas tapas muy generosas con la caña. Ya despertaba cierta inquietud el hecho de que a veces nos pusieran aperitivos [siempre fritos] y después de morderlos, masticarlos, saborearlos... siguiéramos sin tener la certeza de si estábamos comiendo carne o pescado. Pero ay el día... el día que nos salió una cucaracha corriendo por encima de la barra fue cuando nos empezamos a preocupar... tardamos un tiempo en volver. Desde entonces es el bar de las cuquis. Por ponerle humor al asunto.

Al que no hemos vuelto es a uno en el que nos encontramos un clavo oxidado que formaba parte de un pincho, eso nos pareció demasiado... no quiero saber en qué circunstancias acabó ahí.

Lo cual me recuerda a mis años de estudiante, al año en que viví en una residencia de monjitas... las comidas de ese sitio merecen una entrada para ellas, pero sólo os contaré que las monjitas, además de servir cenas, cosían. Y se ponían alfileres en la solapa de los hábitos. Los mismos hábitos con los que después nos servían la cena. Hasta el día en que un alfiler cayó en la ensalada. Y casi se lo come una chica. En fin.

Que me lío, y no os doy la receta. Los Semlor son unos bollitos maravillosos llenos de cardamomo, y os traigo la versión de Uno de dos, más ligera y con un toque integral, de espelta que me parece una harina aromática que combina a la perfección con los sabores cítricos como el del cardamomo, con las cantidades de líquido debidamente ajustadas para estas harinas que he usado. He sido un poco tacaña con la pasta de almendras, pero si sois unos viciosos le ponéis más.


INGREDIENTES
[8 SEMLOR DE 80 GR]

Para los bollos
Harina blanca de trigo [panificable], 200 gr
Harina integral de espelta, 200 gr
Levadura seca de panadero, 7 gr [o 25 gr de levadura fresca]
Levadura química [tipo Royal], 4-5 gr o media cucharadita
Leche desnatada, 170 gr
Mantequilla, 40 gr
Fructosa, 30 gr [o 50 gr de azúcar]
Cardamomo, al gusto
Huevo, 1
Sal, 4 gr

Para el relleno
Almendra en polvo, 50 gr
Azúcar, 50 gr
Leche, 50 ml
Nata para montar, 200 ml
Azúcar, 70 gr [o sacarina equivalente]




MODUS OPERANDI

Lo primero primeroso, es calentar ligeramente la leche y disolver en ella la mantequilla. En un bol, preparamos la fructosa [o azúcar] y el cardamomo previamente reducido a polvo en el mortero.

Comprobamos que la temperatura de la leche no supera los 37º [si metes el dedito y no te quemas puede servir] y añadimos la levadura de panadero. Si la leche está pasada de temperatura, puedes arruinar la levadura y no sería una buena idea.

A esta mezcla, añadiremos el azúcar o fructosa con el cardamomo, y el huevo, y lo mezclamos todo bien.

En  un bol mezclamos las dos harinas, con la levadura química y la sal, y le añadimos todos los líquidos. Mezclamos hasta que se pueda amasar, y lo pasamos a la encimera.



Amasamos hasta tener una bola lisa y suave, y lo dejamos reposar dentro de un bol previamente aceitado, y tapado con papel film, hasta que doble su volumen. Tiene mucha levadura, si no estás atento te invadirá la cocina. Tardará entre 60 y 90 minutos [algo más si hace mucho frío en tu casa].

Cuando veamos que ha doblado su volumen [la mía triplicó el suyo] la desgasificamos suavemente, sin desgarrarla, y la dividimos por la mitad, cada mitad la volvemos a dividir en dos, y la dividimos una vez más hasta tener 8 porciones de unos 80-85 gramos. Usaremos una rasqueta afilada o un divisor de masas; si no tenemos, usamos un cuchillo afilado, nunca se desgarra una masa con las manos, ni se retuerce ni se tira de ella. Porfaplis. Tratemos con cuidado a nuestra pequeña.



Ya tenemos 8 porciones de masa del mismo tamaño. Vamos a bolearlas, con cuidado, las plegamos desde los bordes hasta el centro [en las instrucciones del roscón republicano tenéis un paso a paso de como hacer esto] y las rodamos sobre la mesa dejando las costuras en la parte inferior.

Las depositamos en una bandeja, las cubrimos con papel film y las dejamos levar por segunda vez. Tardarán poco, 30-40 minutos.

Pasado este tiempo, podemos pintarlas con mucho cuidado y un pincel de repostería, con huevo batido o con leche, y darles un acabado más brillante. No lo hice porque pensaba cubrir mis semlor con azúcar glas.

Los semlor se hornean a 200º unos 10 minutos, y se dejan enfriar sobre una rejilla.

El relleno




Mezclamos la almendra en polvo, el azúcar y la leche hasta tener una pasta densa. La leche la ponemos poco a poco, por si necesitara algo menos. El acabado es una pasta maleable pero densa, con la que se pueda hacer un relleno sin que se nos desparrame por los bordes.

Cogemos el primer bollito, y le abrimos el copete. Se puede hacer con un corte plano, en diagonal [el mío], en triángulo [los típicos] o como más te guste.

Con un sacabolas [si tenemos, si no, una cuchara nos servirá] retiramos un poco de miga del centro, para hacer sitio a la pasta de almendra. Si la pasta queda líquida y no hay manera de espesarla, podemos usar la miga para darle cuerpo. Si no... nos la comemos, que narices.

Rellenamos el hueco con la pasta de almendra, la cubrimos con nata montada y azucarada [si la aromatizas con un poco de cardamomo te mueres del gusto], ponemos el copete del semlor y lo espolvoreamos con azúcar glas.

Los semlor se comen tradicionalmente sumergidos en un tazón con leche. Cuando han absorbido la leche, se coge una cuchara y se disfruta sin fin. Que esto al fin y al cabo es como el pan migado de nuestros abuelos, pero en sueco.



Receta para Bake the world

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