CAL 440,7 · HC 52,7 · PR 25,7 · GR 14,0 [POR RACIÓN]
Me sorprende como nuestros sentidos se burlan a veces de nosotros. A carcajadas. Los sentidos son caprichosos y no atienden a razones y argumentos lógicos.
Son como niños pequeños, viven el momento, disfrutan el ahora. No conocen pasado ni prejuicios que les condicionen. Son díscolos y traviesos. Les encanta enredarnos.
Lejos de la lógica férrea del "a mí no me gustan las lentejas" y de las creencias enraízadas en lo más profundo de nuestras conciencias, del orgullo de no admitir que en el fondo dices que no te gustan las alcachofas porque son verdes pero nunca las has probado, los sentidos, que funcionan por libre, nos dan volteretas y saltan sobre nuestras afirmaciones.
Cuando yo era pequeña, odiaba las habas. Y las odiaba sin tregua, sin armisticio posible ni bandera blanca de por medio. El hambre nunca pudo con ellas. Sostuve esta creencia hasta la edad adulta. Un día, cenando en un restaurante, el cocinero [y amigo de uno de los comensales], nos sacó el más exquisito plato que he comido nunca de... habitas tiernas con foie y virutas de jamón ibérico.
Mi madre siempre ha sostenido que no le gusta el queso. Y yo, de buena voluntad, la creería. De no ser porque le fascina la cheescake cubierta de mermelada, se come el requesón untado en pan, y le enloquece la quesada pasiega.
El Soñador me dijo muy pronto que el jengibre no le gustaba especialmente, porque tiene sabor de colonia. Pero no tardé en darme cuenta de que le gustan las verduras cuando llevan un poquito de jengibre, devora las galletas a las que pongo una pizca, y hasta el relleno de carne y setas de las berenjenas le pareció que estaba estupendo, y ya adivináis con qué lo aderecé.
Un orondo y enorgullecido carnívoro que siembra a su paso flores tales como "yo el verde ni de guarnición""eso es para los conejos""dejate de cosas raras esas de vegetarianos" disfrutó en mi casa como un enano [un enano herbívoro] de una suculenta y sabrosa hamburguesa de ... soja. Creo que nunca se lo dije!
Los niños merecen un punto y aparte.
Conozco a una madre que no daba crédito cuando le explicaron en el comedor que la tortilla canadiense que le daban en el cole y que el niño pedía insistentemente en las cenas no era otra cosa que tortilla de espinacas, verdura que el niño aborrece y no se come sin haber formado antes un escándalo histórico con lloros, pataletas y espinacas escupidas por todo el comedor.
El mismo niño que, en su casa no consentía comer yogur porque le daba asco, y tampoco fruta, pero en la mía siempre me pedía huevos fritos con patatas sin huevo y sin patatas [plato que consiste en un yogur blanco bien batido desparramado en un plato en forma de clara de huevo, medio melocotón o albaricoque haciendo la yema y unas manzanas cortadas en bastones y salteadas con azúcar y canela]
Y os hablo del Soñador. Que además de ponerme pegas al jengibre, me pone morritos y carita de perrito mojado cuando ve cilantro por la cocina... suerte que vivimos en contradicción y este tajine* le encantó.
Y mira que cuando le di a elegir recetas de RossGastronómica para este #asaltablogs las revisó [en casa todo el que come opina, menos la gata que solo hace lo primero], pero lo debió hacer muy por encima porque ésta pasó la criba... y si llega a ver las especias, hubiera caído en la primera ronda.
INGREDIENTES
Me sorprende como nuestros sentidos se burlan a veces de nosotros. A carcajadas. Los sentidos son caprichosos y no atienden a razones y argumentos lógicos.
Son como niños pequeños, viven el momento, disfrutan el ahora. No conocen pasado ni prejuicios que les condicionen. Son díscolos y traviesos. Les encanta enredarnos.
Lejos de la lógica férrea del "a mí no me gustan las lentejas" y de las creencias enraízadas en lo más profundo de nuestras conciencias, del orgullo de no admitir que en el fondo dices que no te gustan las alcachofas porque son verdes pero nunca las has probado, los sentidos, que funcionan por libre, nos dan volteretas y saltan sobre nuestras afirmaciones.
Cuando yo era pequeña, odiaba las habas. Y las odiaba sin tregua, sin armisticio posible ni bandera blanca de por medio. El hambre nunca pudo con ellas. Sostuve esta creencia hasta la edad adulta. Un día, cenando en un restaurante, el cocinero [y amigo de uno de los comensales], nos sacó el más exquisito plato que he comido nunca de... habitas tiernas con foie y virutas de jamón ibérico.
Mi madre siempre ha sostenido que no le gusta el queso. Y yo, de buena voluntad, la creería. De no ser porque le fascina la cheescake cubierta de mermelada, se come el requesón untado en pan, y le enloquece la quesada pasiega.
El Soñador me dijo muy pronto que el jengibre no le gustaba especialmente, porque tiene sabor de colonia. Pero no tardé en darme cuenta de que le gustan las verduras cuando llevan un poquito de jengibre, devora las galletas a las que pongo una pizca, y hasta el relleno de carne y setas de las berenjenas le pareció que estaba estupendo, y ya adivináis con qué lo aderecé.
Un orondo y enorgullecido carnívoro que siembra a su paso flores tales como "yo el verde ni de guarnición""eso es para los conejos""dejate de cosas raras esas de vegetarianos" disfrutó en mi casa como un enano [un enano herbívoro] de una suculenta y sabrosa hamburguesa de ... soja. Creo que nunca se lo dije!
Los niños merecen un punto y aparte.
Conozco a una madre que no daba crédito cuando le explicaron en el comedor que la tortilla canadiense que le daban en el cole y que el niño pedía insistentemente en las cenas no era otra cosa que tortilla de espinacas, verdura que el niño aborrece y no se come sin haber formado antes un escándalo histórico con lloros, pataletas y espinacas escupidas por todo el comedor.
El mismo niño que, en su casa no consentía comer yogur porque le daba asco, y tampoco fruta, pero en la mía siempre me pedía huevos fritos con patatas sin huevo y sin patatas [plato que consiste en un yogur blanco bien batido desparramado en un plato en forma de clara de huevo, medio melocotón o albaricoque haciendo la yema y unas manzanas cortadas en bastones y salteadas con azúcar y canela]
Y os hablo del Soñador. Que además de ponerme pegas al jengibre, me pone morritos y carita de perrito mojado cuando ve cilantro por la cocina... suerte que vivimos en contradicción y este tajine* le encantó.
INGREDIENTES
[2 PERSONAS]
Arroz integral, 120 grs
Pollo, 200 grs [pechuga, pero puede ser cualquier pieza]
Arroz integral, 120 grs
Pollo, 200 grs [pechuga, pero puede ser cualquier pieza]
Piñones, una cucharada [10 grs]
Pasas, dos cucharadas [20 grs]
Semillas de cilantro, 1/4 cucharadita
Jengibre en polvo, 1/4 cucharadita
Ras-el-hanout, 1/4 cucharadita
Aceite de oliva, 1 cucharada [15 ml]
Agua, 3,5 veces el volumen de arroz
Agua, 3,5 veces el volumen de arroz
MODUS OPERANDI
*Vamos a apañar un tajine, pero usando las ollas que tenemos en casa. Necesitamos una que tenga tapa, con eso nos las arreglaremos para conseguir algo tan parecido, que nadie va a notar la diferencia.
Lo primero de todo, es cortar el pollo en tiras y salpimentarlo. En la olla, con el aceite caliente, lo salteamos unos minutos sólo para dorarlo ligeramente y lo reservamos.
En el mortero, machacamos las especias, y las echamos a la olla, damos un par de vueltas, y añadimos el agua. Para el arroz integral suelen ser tres medidas y media, [pero mira las indicaciones del tuyo, si las tiene].
Dejamos que comience a hervir, y añadimos entonces el arroz, el pollo reservado, las pasas y los piñones. Cuando comience a burbujear de nuevo, tapamos la olla, y bajamos el fuego al mínimo. Dejamos que se cocine unos 35-40 minutos.
Cuando le falten 10 minutos, abrimos la olla, y si nos parece que hay demasiado caldo, lo dejamos terminar destapado subiendo un punto el fuego, para facilitar que se evapore.
*Mucho cuidado con los arroces integrales, no todos necesitan el mismo agua ni el mismo tiempo. Cuando abramos la olla a falta de esos 10 minutos, conviene probarlo y ver que no esté demasiado duro, sino un poco tieso solamente. Si no es así, podemos tapar de nuevo y prolongar la cocción 20 minutos en lugar de 10, probando de cuando en cuando.
ADVERTENCIAS MUY ÚTILES
Os he explicado la mejor manera en la que cocino el arroz integral, que no es universal, ni la mejor, ni sirve igual a todos los arroces, porque tendemos a meter en el saco de integrales variedades muy distintas con comportamientos diferentes.