CAL 171,9 · HC 26,3 · PR 4,8 · GR 6,1 [POR RACIÓN]
Soy la nueva vecina del edificio.
Bueno, no solo yo. El soñador, la gata y una amiga que vive con nosotros. Poco a poco, nos vamos haciendo al barrio, que es el de antes pero en otra zona más transitada y más viva. Y al edificio.
Hay muchas cosas nuevas que entran a formar parte de tu vida cuando te mudas. Las compañías de suministros corren solícitas a ayudarte a establecer tus nuevos contratos asociados a tu cuenta bancaria. Y poco a poco encuentras un frutero, un charcutero y un todoacien.
Y también nuevo bar para esas cañitas veraniegas y hasta nuevo gimnasio.
Lo más intenso cuando uno se muda, es el nuevo vecindario. Es todo un estudio antropológico el que tienes que hacer cuando hay mudanza de por medio.
Que yo antes, conocía a mis vecinos. Más que nada porque compramos aquellos pisos juntos, y reunión va, barbacoa viene, nos íbamos conociendo. El que pone la tele a todo trapo en la terraza de su ático. La que encarga pizzas a domicilio y baja los cartones a la papelera comunitaria para no sacar la basura. El que es como un fantasma, que sospechamos que trabaja temporadas largas fuera de España. El que aparca el coche y la moto en su plaza aunque no se puede. Y unos vecinos que tienen 5 hijos como 10 salvajes.
Y ahora, vuelta a empezar.
Poco a poco, nos vamos conociendo. El edificio es antiguo, y tiene una corrala en su interior donde dan varias habitaciones de todas las casas, y donde los vecinos ponemos nuestras plantas y algunos, hasta los tendederos plegables.
El administrador del edificio, que además es vecino, y su mujer, son una versión analógica de Radio Patio FM. Ya me han contado vida y milagros de la mitad de mis vecinos, y por supuesto, de mi casera y su difunto marido, véase dedicaciones profesionales desde la mili a la jubilación, hijos, y relación de pareja.
También me hizo un repaso de los que limpian y de los que no, las zonas comunes que nos corresponden a cada uno. Y cuando me dio la llave de la azotea [para tender, prohibido quedarse más tiempo, ni a mirar el horizonte] me advirtió que a veces desaparecía ropa... interior. Glups. Pasé los primeros meses tendiendo las bragas en el radiador.
El vecino de un lado, es el soltero. Un señor mayor, soltero y sin hijos, y la hermana le ha ayudado con la obra de su casa [la han tirado entera y vuelto a hacer, y los obreros me tienen frita de tanto ruido y polvo] porque el piso irá a los sobrinos y claro... por ir adelantando.
Tenemos un caraloco*, un hombre cuarentón con una panza enorme, que camina con la mirada ausente y a veces se queda parado mirando algo y entra como en trance y no se mueve. Va al super, se compra una lata de refresco y unas patatas fritas, y se sienta en la marquesina del autobús a pasar la tarde. No sabemos si se relaciona con los vecinos, pero sí saluda cuando nos ve.
Luego está la del tercero: la de porsiacaso, que el otro día escuchó a mi compañera de piso subir a la azotea, y salió detrás, sigilosa y despacito, para ver quien era. Cuando se dieron el susto [una bajando de tender y la otra subiendo medio a escondidas] le dijo Ay, hija, perdona. Es que oí ruidos y subía a ver por si acaso habían ido a la azotea a beber y a drogarse. Cosa que de momento no tengo constancia que haya ocurrido, más bien me imagino a algún nuevo vecino disfrutando de la noche con una cerveza y unas patatillas, y de ahí habrá degenerado a una orgía de sexo, drogas y alcohol en nuestra azotea. Que nos empezamos a conocer.
Hay otra vecina, la insomne, a la que nos hemos encontrado de madrugada andar nerviosa pasillo arriba-pasillo abajo, encendiendo la luz cada vez que se apagaba [con el eterno agradecimiento de Iberdrola que seguro que le felicita la Navidad] y la puerta de su casa abierta, en actitud de esperar a alguien. Una hora más tarde, mi compañera de piso se la encontró exactamente igual que nosotros, y más que tarde empezaba a ser... temprano.
Y está el recogidito, que cuando ve papeles pegados en el portal o puestos en las puertas los quita. Esto es: registro de contadores de gas, papelitos para apuntar el consumo de agua [ya tengo el mail de la compañía para mandar el suministro, porque el papelito desaparece antes de que lo veamos] y avisos en general.
No sé de quien es. He revisado todos los buzones buscando a un Rafael, pero o se ha cambiado el nombre o no lo ha puesto en el buzón. La nota en cuestión apareció en el suelo del pasillo de la corrala, cuando barríamos. Supongo que se voló de la puerta donde lo habían metido y terminó en mi felpudo. Porque aquí, el anterior inquilino no se llamaba así [aún le llegan cartas] y el marido de mi casera falleció hace años, así que por este piso, imposible que sea. No ha habido más inquilinos.
Otra posibilidad, el dueño de la empresa que está haciendo la obra al de al lado. Que yo a ratos también quiero matarlos, ojo, porque me están arruinando las plantas a base de polvo de yeso y además me fastidian mis primeras siestas vacacionales, pero la verdad, que yo me conformo con soñar... Tanto como amenazarles, aún no!
Ah, y olvidaba a los autogestionados. Mirad esta foto de su balcón [el resto es para no perdérselo pero me parece un poco fuera de lugar dar una imagen más amplia sin permiso ni nada... lástima de objetivo chusco de mi cámara]. Que a mí, que conste, esto me parece estupendo. Pero es que cuando me mudé del otro piso yo soñaba con dejar de tener gallinas entre mis vecinos... Estas por lo menos no cacarean de madrugada, están mucho más civilizadas. Que me van a caer bien y todo.
Ah, y olvidaba a los autogestionados. Mirad esta foto de su balcón [el resto es para no perdérselo pero me parece un poco fuera de lugar dar una imagen más amplia sin permiso ni nada... lástima de objetivo chusco de mi cámara]. Que a mí, que conste, esto me parece estupendo. Pero es que cuando me mudé del otro piso yo soñaba con dejar de tener gallinas entre mis vecinos... Estas por lo menos no cacarean de madrugada, están mucho más civilizadas. Que me van a caer bien y todo.
Para quien no lo sepa, esto es Madrid. Y no a las afueras, no... Madrid capital.
En fin, ¿Y vuestros vecinos? ¿Son gente maja? ¿Les podemos invitar a una crema fría de remolacha?
Remolacha fresca, 800 g
Patata, 1 mediana
Cebolla, 1 grande
Aceite, 2 cucharadas
Sal, pimienta
Caldo de verdura
MODUS OPERANDI
Limpiamos y cortamos en dados la remolacha. Reservamos las hojas si son tiernas, porque son estupendas para hacer ensalada, bien limpias y cortadas en juliana.
Pelamos y troceamos la patata, cortamos la cebolla en juliana. En una sartén con un poco de aceite, sofreímos dados de remolacha, patata y cebolla durante unos 5-10 minutos, o hasta que la cebolla esté blandita.
Cubrimos todo con el caldo de verdura, o en su defecto con agua y un concentrado de caldo, y lo cocemos durante 30 minutos.
Retiramos del fuego, lo trituramos lo más fino que nos sea posible, rectificamos sal y pimienta y lo guardamos en la nevera hasta que lo vayamos a comer.